miércoles, 9 de mayo de 2012

Conversaciones con mi gato


Me levanté temprano y Teo, me siguió los pasos dando un salto de los pies de la cama. Cuando terminé de asearme, encontré a Teo aseándose igualmente, pero sin jabón ni toalla. Le miré fijamente, y creí recibir una comunicación  telepática, donde me invitaba a sentarme junto a él mientras desayunaba, e invadirme con una serie de interrogantes a cerca de la vida o la existencia de las cosas. Últimamente, lo había encontrado un tanto extraño pues sus movimientos y miradas cuasi de una persona se tratase, indicaban que Teo, no era un gato cualquiera.

  Sentado en mi sillón favorito, me dispuse a engullir el desayuno con avidez, tratando de despistar a Teo, con la intención de que olvidase su pretensión de interrogarme. Me di tanta prisa  que no desayuné; para atajar en mi cometido, no duré ni un segundo con mi trasero pegado al cojín. Por suerte, Teo se encontraba en su cubo de arena, pensativo, evacuando, al tiempo que elaboraba el listado de preguntas con las que torpedear mi cada vez más, inseguro equilibrio.

   Cuando no tuve escapatoria posible (me cogió sentado en el trono), me dijo con voz interior firme: ¿estás preparado?

   ...Continuará.
















Dibujos que ilustraban mis antiguas agendas, desde los años 80, hasta finales de los 90.











4 comentarios:

  1. Sabía que los legajos de papeles conservados, aumentando en grosor gracias al almacenaje del polvo, del polen y los ácaros que te han acompañado en las vivencias de los últimos años, no tendrían un fin práctico, pero sí un fin, como éste por ejemplo, alegórico-poético.

    Lo especial de Teo era que siempre te miraba con ojos interrogantes, parecía cuestionarse algo de forma constante, o cuestionártelo, lo que te producía una sensación de incómoda incertidumbre. A más de uno le regalaría un gato como Teo, a ver si...

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    1. ¡Ya ves lo que nos cuesta desprendernos de cosas ya inservibles!
      ...Y que tratas de buscar una excusa para no olvidar, que siempre entre esos ácaros, y polvo, habita también "tu" pasado... No podemos negar su existencia, pues somos como somos, porque esos ladrillos han construido los muros, cimientos, puertas y ventanas, para llegar hasta aquí.

      Lo de Teo, era de lo más misterioso: nunca llegaremos a saber qué pensaba, qué sentía... creo que podemos imaginarlo, y seguro que nos quedamos cortos...

      Besos.

      P.D. Si a más de uno le pudiésemos regalar un gato como Teo, las sorpresas serían de lo más variopintas y surrealistas. Hasta habría quien se convertiría en ser "humano"... o saldría por la ventana conociendo estar en inteligencia, por debajo de un gato...jeje.

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  2. Sin duda inquietante debió ser la mirada de Teo para recordarlo de esa manera. Siempre me ha llamado la atención la enorme diferencia de caracteres entre los perros y los gatos. La dependencia exagerada de los perros contra la autonomía casi arrogante de los gatos. Aunque puestos a preferir, me quedo con los perros.

    Un abrazo.

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    1. Cierto Prometeo. La mirada de Teo, era bastante penetrante, indescriptible... tal vez sea mi forma de ver las cosas, y creo ver donde no hay o viceversa. Lo que más me llamaba la atención, era pensar, hasta dónde estaría dispuesto a llegar un gato como Teo, si hablase...

      El perro, es como (permíteme la expresión) más "tontorrón" y confiado... le resta alma de verdadero "animal... éste, lleva conviviendo con el hombre más de cien mil años. El hombre ha sabido aprovechar muy bien sus cualidades, y en disposición, olfato y labores que puede aportar, está millones de escalones por encima del gato (éste "sólo" lleva unos cinco mil años junto a nosotros... tal vez desde las dinastías egipcias). Prefiero al gato por su misteriosa presencia e incluso su no presencia...

      Un abrazo.

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