Desde hace bastantes años, y gracias a la sociedad que entre todos hemos construido, vivo de sábado a sábado como si fuese ese día, el único día: como si de un sábado a otro, no pasasen las ciento sesenta y ocho horas que lo separan el uno del otro. Siempre es sábado, siempre lo disfruto cual rabo matando moscas, por que la filosofía de vida, me hace ver siempre el presente, como un sábado de ciento sesenta y ocho horas. Como un sábado que fuese desde enero a diciembre... un año sabático sempiterno. Una vida sempiterna.
El blog de Utopazzia
... O un agujero de gusano
viernes, 18 de enero de 2013
lunes, 3 de diciembre de 2012
miércoles, 17 de octubre de 2012
Un ladrillo caliente
"Póngale usted un ladrillo caliente..." Fueron sus primeras palabras, desde la ventana de la clínica de D. Fermín Palma, del propio D. Fermín: un médico de la época del blanco y negro, en la España de frío invierno y caspa por doquier: ¡Que un (buen) médico, está para salvar las almas de los que no van a su consulta a deshoras, ni caminando... ! ¡Sólo aquellos buenos españoles que se desplazan en automóvil y no tienen la osadía de caerse de un olivo por estar trabajando! Mucho menos, si es una urgencia bien entrada la tarde. ¿A quién se le ocurre estar trabajando tan tarde, y tan lejos de la ciudad...? Los españolitos de bien, no tendrían la osadía de enfermar un día festivo, ni molestar al médico que en ese momento debería estar descansando: aunque éste, esté en la consulta de urgencias.
¡Qué mal hicieron su trabajo los dioses, con lo fácil que habría sido "colorear" el código genético de una forma visible por fuera... ! De rojo a unos, y de azul a otros: así sabríamos cada uno por que acerado caminar, y si se puede o no, molestar.
¿Y si no encontramos un ladrillo...? Preguntó mi abuela. ¡Una teja, una teja también vale... ! Contestó malhumorado el tal D. Fermín, cerrando la ventana para marcharse a sus quehaceres nocturnos: sus últimas palabras.
A día de hoy, en la España que camina hacia el "ladrillo caliente", la clínica se ha convertido en una residencia para ancianos; privada, eso sí: ¡Como dios manda! No vaya a ser que presente de madrugada algún despistado, que llegado desde tan lejos, aún crea que el tal D. Fermín, vive aún, esperando en la ventana repasando su guión: "Póngale usted un ladrillo caliente...", "Póngale usted un ladrillo caliente..."
Siempre que ando cerca del lugar, miro hacia las ventanas y creo adivinar una figura de corte oscuro, cual espectro en su ventana con esos hilillos de voz ahogados que se escuchan entremezclados con el estridente sonido de la ciudad, y donde destacan aquellos: "Un ladrillo caliente... póngale usted un ladrillo caliente..."
Siempre que ando cerca del lugar, miro hacia las ventanas y creo adivinar una figura de corte oscuro, cual espectro en su ventana con esos hilillos de voz ahogados que se escuchan entremezclados con el estridente sonido de la ciudad, y donde destacan aquellos: "Un ladrillo caliente... póngale usted un ladrillo caliente..."
martes, 21 de agosto de 2012
Santo y Seña
Mi Sueño
(…) Aparezco en una sala enorme, totalmente vacía, despejada, donde observo a alguien sentado en una silla y maniatado. Muy cerca de él, alguien le increpa y amenaza.
De pronto surge una pregunta dirigida al rehén - ¡Santo y seña…! (Pregunta la figura que veo a contraluz, y no distingo bien quién es). El rehén no sabe qué contestar y queda envuelto en la duda, tal vez pensando que no tiene tiempo… Antes de que pueda soltar palabra alguna, la negra figura efectúa un rápido movimiento blandiendo un cuchillo de gran tamaño, y seccionando la yugular del sorprendido rehén.
Soy capaz de escuchar en el vacío silencio de la sala, y con asombrosa claridad, el sonido del cuchillo en su sección, y el brote a borbotones de la sangre.
Soy consciente de que se trata de un sueño, no tengo miedo alguno. Estoy inmerso en el sueño y capaz de controlarlo.
Se me ocurre entonces pensar en la respuesta, y estoy seguro de haber dado con ella. Intuyo que el “Santo y seña”, lo conozco; lo sé… Me digo a mí mismo de forma interior, que en un caso similar, actuaría con la rapidez y seguridad que te ofrece la absoluta certeza del momento; sin dudarlo. Que la respuesta está en la pregunta misma: la respuesta, es la misma pregunta. Y no es otra que ese “Santo y seña”.
En el sueño, compruebo con todo lujo de detalles, que los tres personajes que aparecen en escena, soy yo mismo.
Mi Realidad
Así es el mundo que nos rodea. Todos somos esos tres personajes, y estamos rodeados de “Santos y señas”. No conocemos la respuesta, más esta está en la pregunta. Como los problemas que acechan, que nos atenazan… el problema de cualquier gobierno, éste se halla en el mismo gobierno. El cazador y su presa; el problema es olvidar la contraseña y disparar en sentido contrario; o dispararse a sí mismo. El santo y seña, está en la escopeta, en la pregunta, en el disparo… en la presa que no es otra que el mismo cazador. El leader de una Secta religiosa: desde su elevada vista, producto de esa levitación que aparece como un subproducto de falsa levitación: la mirada, las miradas sostienen esa levitación, pero el problema es que esta levitación no existe porque la contraseña la desconocemos… mas yo me sé ese santo y seña y no es otro que la misma levitación: tal vez en el momento en que acertemos, en ese justo momento y no en otro, todo se termine, todo se acabe: brotará entonces la sangre a borbotones y no tendremos miedo, pero comprobaremos con inusitada sorpresa, que todos levitamos, que todos sangramos y todos somos leaders, cazadores, políticos... y allá donde pongamos la mirada, se irán empañando las imágenes con nuestra propia sangre. Todos somos los personajes del mismo sueño.
Santo y Seña por utopazzo
El santo y seña del sueño, de la realidad o del futuro más inmediato, es el mismo. Siempre ha sido el mismo. Tal vez te salve, tal vez nos salve... Pero, ¿de qué...?
domingo, 3 de junio de 2012
Cuando el donut se olvidava de mí
Fueron 5800 madrugones. Las mismas veces (madrugón arriba, madrugón abajo), que sonó el despertador durante esos más de dieciocho años al servicio de la sociedad, para no dejarme el donut atrás. Durante esos miles de madrugones, siempre a las cinco de la mañana, y de lunes a sábado, nunca, nunca jamás falté a mi cita diaria incluyendo los días en que uno, no siempre está al "completo" consigo mismo, ya bien sea por resfriado común, gripe con fiebres altas o hemorroides... digo, que ni un sólo día falté a mi cita. Y eso que habría que añadir algún madrugón más a la cuenta, debido a despistes varios, como por ejemplo, acudir algún domingo (por no haber desconectado el despertador la noche anterior) donde me encontraba en la nave más solo que la luna... algún día festivo no previsto en mis cálculos (igualmente sin desconectar el despertador) o las veces que acudía una hora antes, y al estar la nave cerrada y escasa de personal (sólo yo solo...), no sabía si dormirme en el auto, abrazar de nuevo la almohada en la casa, o asaltar la nave e inflarme a donuts...
No faltaron los recuerdos de aquel anuncio (antes se decía así, no como ahora que se le dice "spot publicitario"... más moderno, pero falto de la ternura de los de antes), donde mi furgoneta se dirige a uno de los pueblos cercanos a la capital, y me acordaba entonces que ese día, no tocaba allí sino en el otro pueblo que estaba justo en la dirección contraria. O donde visitaba el mismo pueblo dos días seguidos, dejando al pueblo que le tocaba en el orden establecido, con los tenderos esperando en la puerta a ver si me veían aparecer. Entonces me decía: "¡Anda los donuts... !¡Anda otro día que se queda fulano sin donuts...!
Los clientes que ponían todo tipo de caras, tal vez pensando lo rápido que había pasado el día, y ya era el siguiente, cuando al verme entrar por la puerta (dos veces el mismo día) se preguntaban qué estaría sucediendo, qué situación se había dado, para que yo entrase de nuevo con mi libreta anotando el número de cajas de donuts u otros pasteles, que les intentaba vender de nuevo. Sin saberlo, descubrían esa amplísima posibilidad, de la que tanto habla el científico, cuando se refiere a la teoría de cuerdas...
Continuará...
Continuará...
miércoles, 9 de mayo de 2012
Conversaciones con mi gato
Me levanté temprano y Teo, me siguió los pasos dando un salto de los pies de la cama. Cuando terminé de asearme, encontré a Teo aseándose igualmente, pero sin jabón ni toalla. Le miré fijamente, y creí recibir una comunicación telepática, donde me invitaba a sentarme junto a él mientras desayunaba, e invadirme con una serie de interrogantes a cerca de la vida o la existencia de las cosas. Últimamente, lo había encontrado un tanto extraño pues sus movimientos y miradas cuasi de una persona se tratase, indicaban que Teo, no era un gato cualquiera.
Sentado en mi sillón favorito, me dispuse a engullir el desayuno con avidez, tratando de despistar a Teo, con la intención de que olvidase su pretensión de interrogarme. Me di tanta prisa que no desayuné; para atajar en mi cometido, no duré ni un segundo con mi trasero pegado al cojín. Por suerte, Teo se encontraba en su cubo de arena, pensativo, evacuando, al tiempo que elaboraba el listado de preguntas con las que torpedear mi cada vez más, inseguro equilibrio.
miércoles, 25 de abril de 2012
El flautista de Hamelín, en nuestros días
Recientemente, Pablo tuvo que aprenderse de memoria el cuento "El flautista de Hamelín", para contarlo en clase a sus compañeros y padres expectantes. Hubo más cuentos clásicos, interpretados por compañeros suyos, pero mi percepción particular del significado de cada clásico, se ajusta a otros problemas del sufrido ser único e independiente, como es (por ahora...) el hombre.
Debido a la duración de cada fábula (demasiado extensa), y por la gran variedad, he preferido subir sólo el vídeo de la actuación de Pablo.
Este cuento me ha recordado algo que me atormenta, y cual revelación, creo haber encontrado una solución a esta pesadilla llamada Crisis, o lo que es lo mismo,"Demogracia": ya que todo lo que acontece, sucede en el mismo instante en que sucede, y no hay otra, pues pasado, presente y futuro no es más que una persistencia ilusoria que el ser humano, denomina "tiempo" (los animales pastan, aletean o rumian ajenos a este concepto...), y donde nos engañamos constantemente pensando que mañana será todo mejor (por aquello de que arriba el futuro, mejor sin duda que el pasado...), digo yo, que me ha recordado entonces que ese pobre flautista, podría aparecer más pronto que tarde (¡En esa red, en la teoría de cuerdas... tal vez esté sucediendo ya...!), y con un juego malabar de su arte musical, interpretarse tal melodía que se llevase a los ratones bien lejos, al bosque como dice Pablo, pero a los ratones que van disfrazados con chaqueta y corbata, o alzacuellos (aquel que adorna al incólume padre), que vociferan desde una peana, pedestal o altar, y convence a todo el mundo que ni pasta, ni aletea, ni rumia... eso que yo encuentro como una mentira, y donde tal vez, rechace ser pieza fácil, sufra una alteración a nivel sugestivo y me deje llevar por el arte prestidigitador con que se mueve el fulano, desde un lugar algo más alto y seguro que el resto: ofrezco treinta monedas como si un Alcalde fuese; aunque pensándolo mejor, prefiero ser yo ese flautista. Ahora sólo queda memorizarme la partitura correcta, utilizar el tempo exacto y aprender a tocar la flauta con la soltura de una sinfónica... todo ello llevará tiempo... salvo que aparezca ese flautista, antes de que los fulanos ratones acaben por copar ese latifundio mal llamado Democracia, donde la realidad, me muestra una Autocracia..
... Creo que por desgracia, esos ratones de los que hablo, están bastante "avarizados"...
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