Editado originalmente, el 21 de noviembre de 2011
Recuerdo la dificultad que presentaba aquella caja de gusanillos. Fue durante la navidad de hace siete u ocho años. Nunca, nada tan fácil como abrir una caja, se presentó tan difícil: mi padre creía que era "coser y cantar", pero nada. Por suerte, allí estaba yo con mi vetusta cámara para inmortalizar el momento. Algo bastante normal, dentro de la anormalidad que nos acompaña día a día.
Desde entonces, no tengo duda alguna (conociéndome -y pueden aseverarlo aquellos que me conocen-) que los genes paternos, me identifican por completo. Otro día, hablaré de los maternos...
prometeo
ResponderEliminarNo hombre, no seas tan duro, que a veces esos abre fácil son precisamente todo lo contrario. De todas formas, acuerdate de la epigenética, todo es cuestión al final de si se encienden o no los genes interruptor.
#1 26.11.2011 a las 19:14
utopazzia
ResponderEliminarMe descoyunto cada vez que recuerdo este momento. Por suerte pude inmortalizarlo, aunque esté la imagen un poco acelerada, para acortar el tiempo... es gracioso, y sí, a veces, lo más fácil se vuelve tan difícil, que es como el número del mago: imaginas lo difícil que debe ser el secreto, hasta que conoces el truco; ahí te das cuenta de lo manipulables que podemos llegar a ser... es como ahora con el tema de la nueva era o "Tecnocracia": predistigitación al poder y sin contarnos el secreto, para que creamos que todo es correcto... aunque creo que en este número, más de uno conocemos el truco.
Un abrazo.
#2 28.11.2011 a las 22:04